Publicado el
1/7/2023

Entrevista con Enrique Pérez-Castillo, de la Asociación para la Prevención del Acoso Escolar en España (AEPAE)

Hace 20 años, un profesor de artes marciales empezó a recibir en sus clases un aluvión de niños víctimas de acoso escolar y pudo darse cuenta de los desamparados que llegaban a sus manos. Todos ellos estaban necesitando herramientas para gestionar lo que estaban viviendo, así que Enrique se dio cuenta de que él podía dárselas, no solo en el plano físico, sino también mental a través de su disciplina.  Así fue como AEPAE fue fundada junto con Goyo, amigo de Enrique y profesor de teatro en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y con Miguel, responsable del área psicológica del proyecto. Los tres juntos se encargaron a lo largo de los años de establecerse en más de 17 sedes y de crear e implementar un plan de actuación nacional en colegios y centros educativos, con el fin de dar, finalmente, todas estas herramientas y soporte a alumnos, padres y profesores, todos ellos actores activos en cualquier situación de acoso escolar. En esta entrevista, Enrique nos ha contado más sobre cómo trabaja la organización, sus objetivos y metas y su visión sobre las Redes Sociales y el acoso escolar.

Enrique Perez Castillo

¿Cuál es vuestra metodología de trabajo?

Hace ya 19 años, nos hicieron un reportaje en Telecinco muy interesante por un curso que impartimos y a partir de ahí empezaron a llegar muchas peticiones también para impartir formación hacia las familias, hacia los profesores, etcétera. A raíz de este hecho empezamos a armar lo que hoy día es el Plan Nacional. Este es un plan integral en el que trabajamos con las víctimas, pero también hacemos prevención y damos formación a los alumnos, a los profesores y a las familias. Medimos el acoso escolar con un test psicométrico que es muy preciso, el test de BAE, y tenemos incluso también un curso específico hacia los acosadores. Esta parte es algo muy novedoso porque es como la “patata caliente” que nadie quiere coger. Hoy día es muy complicado abordar el cómo reeducar a unos niños que están todavía en la minoría de edad penal, o sea, hagan lo que hagan son «inimputables«. Hay mucha sobreprotección hacia ellos, tanto las familias como los colegios y hay niños que a los 11 años o incluso a los 12 o 13 que ya tienen un perfil bastante violento. Cómo nadie le pone freno, al final maltratan a una o dos personas, luego al profesor también y en casa, pues también. Era un área que estaba bastante inexplorada y que nosotros abordamos en el Plan Nacional.

El Plan Nacional, ¿cómo se aplica?

Bajo demanda del centro. No es un plan público, es un plan que nace desde AEPAE y que hoy día ya tiene un apoyo académico grandísimo: tenemos convenios con diez universidades, incluso del extranjero. Los propios centros o incluso las AMPAS de los centros lo solicitan. Se hace un estudio del centro y se hace un cálculo de los costes, porque se imparten en un colegio medio unas 50 horas de formación. El objetivo es sensibilizar, formar a los observadores y también a las familias y al profesorado. También se trabaja con las víctimas, con los acosadores y se le da una serie de herramientas de uso en el aula al centro para que el tutor lo implemente como refuerzo. Todo eso es el Plan Nacional. Así a grandes rasgos.

Con este resumen sobre cómo nació AEPAE y cómo trabajáis hoy en día, entiendo que la evolución que ha tenido la asociación ha sido enorme. ¿Cómo son los equipos con los que hacéis las intervenciones?

Miguel dice en broma que AEPAE siempre ha ido con el pico y la pala, que es pico y pala, pico y pala. Al principio éramos tres, pero siempre ha habido muchas personas de otros sitios y disciplinas. Barcelona fue una de las primeras delegaciones, junto con Málaga. Nos contactaron desde el comienzo otro tipo de perfiles: desde psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras, profesores de teatro, porque querían formarse con esa metodología. Nosotros pedíamos que los perfiles fueran tres de base: un psicólogo clínico, siempre con experiencia con niños adolescentes, un pedagogo de arte dramático, también con experiencia en niños y adolescentes y un profesor de autodefensa con arte marciales que no sean de contacto.

El mensaje que a un niño se le da no es “pega”, es que se defienda de una forma asertiva. Cada uno de nosotros es muy experto en su área así que hacemos filtrado de los perfiles para formar los equipos.  Hay otros perfiles complementarios, pero esos tres perfiles son imprescindibles porque son los que hacen sobre todo el trabajo con las víctimas, que es lo más delicado. Hoy día somos 17 delegaciones.

Sobre el tema de la financiación, ¿cómo os organizáis?

A nosotros lo que nos importa son los niños. Entendemos que AEPAE hoy día no tiene el apoyo público porque llegamos hasta el fondo de la cuestión y no vamos ni a ocultar, ni a minimizar, ni a invisibilizar cosas. Nosotros entendemos que el acoso siempre va a existir, incluso con el mejor plan nacional que haya, siempre habrá acoso y el que diga lo contrario es que no sabe qué es el acoso. Claro, si hay un buen plan, si hay una buena formación, si se pasa un test de incidencia, si, si se empodera a las víctimas, si se reduce a los acosadores, pues todo eso va a hacer que cualquier caso de acoso se resuelva mucho más rápido y que el daño sea menor.

AEPAE no ha salido del despacho de un político, ni del despacho de un psicólogo muy estudioso, ni incluso de un copia y pega de un plan extranjero como el plan Kiva de Finlandia, sino que ha surgido de la experiencia diaria día a día, con casi 5000 víctimas, con lo cual sabemos perfectamente lo que es necesario y sabemos incluso lo que funciona y lo que no funciona. Este problema está desde hace pocos meses explotando de una forma muy virulenta y esto va a explotar en la cara al sistema. Si, ahora hay más presión social, pero no sé… ¿es necesario una desgracia mediática para que a los políticos les dé miedo por esa presión social? Pues en el acoso escolar, incluso muriendo niños, no hay nadie que dé ese paso. O hacen algo pequeño y lo hacen para que parezca que se hace algo, pero a sabiendas de que eso al final es un parche más que no soluciona el problema.

¿Cuál es tu punto de vista sobre el impacto de las redes sociales en el problema del bullying en los niños?

Yo haría primero la distinción entre el ciberacoso y el ciberacoso escolar, que a veces se usa de forma muy genérica. El ciberacoso puede ser por un adulto hacia un niño, adulto a otro adulto, etcétera, por medio de las redes. El ciberacoso escolar tiene un componente distinto, porque ese niño se lo va a encontrar (al acosador) dentro del colegio durante siete horas al día. Nuestra experiencia nos dice que no existe casi ningún caso en que el ciberacoso sea algo ajeno al acoso. El ciberacoso es o el principio de un acoso por porque haya habido una, una foto, un perfil, un comentario y desde ahí se ponga en el foco a ese niño, o puede ser al contrario, que a un niño o niña le hacen acoso en presencia de él y desde ahí se pase al entorno digital. El acoso escolar no se debe nunca abordar de una forma separada del acoso.

Estás mencionando edades muy tempranas, ¿crees que desde que existe el uso de redes sociales se ha extendido más y se llega mucho más lejos?  

Sin ninguna duda, porque es más sencillo. Es que ya no hace falta que esté enfrente de ti el chico al que le haces burla.

Hay tres cosas que influyen dentro del daño. Una es la frecuencia, otra la intensidad y otra es la propia resiliencia que tiene el niño o niña. O sea, cuando hablamos de ciberacoso, hay más frecuencia y hay más intensidad, con lo cual se multiplica el daño de forma exponencial. Y a eso influye luego, por supuesto, el propio niño. Hay niños que lo gestionan un tiempo bastante bien, pero como ese vaso se va llenando cuando llega al límite, se rebosa y se rompe. Hay un punto de inflexión en el que esa intensidad provocada por el ciberacoso multiplica el daño. Y es cuando ese vaso que se ha llenado así, poquito a poco, de golpe el ciberacoso hace el efecto como de una fuente y el vaso al final rebosa y se rompe.

¿Tú crees que este acoso que reciben los personajes públicos hoy en día ha normalizado la conducta en los adolescentes?

Yo ahí sobre todo pienso más en la impunidad. Si alguien puede ser un hater y decirle a otro lo que le dé la gana en un perfil falso… Es cierto que eso deja una huella digital y eso se puede investigar, ¿no? Pero hay personas que sí hacen eso de alguna forma se ven impunes. Ven que no hay consecuencias. El hecho de que alguien pueda enviarte un mensaje sin tenerte enfrente facilita mucho las cosas.

¿Qué tipo de impacto crees que los influencers hacen sobre los que están siendo víctima de acoso ahora mismo?

Pues mira, en el último campamento de verano había una chica que sufría acoso bastante severo. Era adolescente. La chica estaba más pendiente de su pelo o de su imagen que de realmente aprender herramientas. Ella tenía esa digamos “influencia” de que lo importante era lo externo, sin darse cuenta de que era ella misma el cómo sentía esa indefensión, ese miedo, ese pánico. Tampoco nos pongamos como que las redes son el infierno, porque cuando no había redes también pasaba desde la televisión.

¿Cuál crees que es nuestra asignatura pendiente como sociedad y como individuos? ¿Qué podemos hacer?

Pues yo creo que es algo tan sencillo como humanizar todo. Si empezamos con los jóvenes a decir “el deporte es bueno, el que tengas un cuerpo saludable, el que sea bonito es una cosa, pero también te aporta más salud, más resistencia, incluso confianza”.  Nuestra asignatura debe ser darle una vuelta a esos mensajes, no centrar todo en en lo exterior, porque nos convertiremos en cáscaras vacías  que con el paso del tiempo a cualquiera le genera infelicidad porque no podrá conseguir nunca ese modelo de perfección.

Es cierto que en los últimos años el foco se ha puesto en lo que no es “normativo”, ¿no? Como que uno visibiliza mucho más otros conceptos. Lo que sí nos encontramos es lo que más nos cuesta en el trabajo de las víctimas que es su autoconcepto, que al final entiendan que ellos no necesitan ser reconocidos por su grupo. ¿Por qué? Porque a veces encontramos casos de niños que son muy especiales, muy auténticos, más que la media, pero por querer entrar dentro de un grupo, por querer encajar dentro de un grupo, permiten unas una serie de burlas porque al no ser tan tan normativo como el resto, están en el foco, y quieren salir de él. El perfil de víctima no siempre es así, pero muchas veces encontramos niños y niñas que son más especiales y ellos mismos se autosabotean porque piensan que ellos son el problema. Es una de las cosas que más nos cuesta, el autoconcepto.

A nosotros nos gustaría que este contenido llegara a mucha gente, pero que además de conocer tu opinión y todo lo que estamos hablando, el lector pueda aprender sobre cuál es nuestra labor a nivel individual.

El paso uno es la escucha. Si un niño cuenta algo, el que uno no lo minimice, no diga “eso es una chorrada”, “eso no es importante”, “seguro que tú también le has insultado”. Eso primero. Lo segundo, que él entienda que él no es culpable de ese problema. Él no tiene que dejar de ser como es para que un grupo le acepte o un grupo te maltrate. El tercer punto es dar una información muy completa para que eso se pueda poner en conocimiento del centro escolar. En cuarto lugar es importante darle herramientas para que salga o al menos enfrente, esa sensación de vulnerabilidad que tiene porque todo lo que le han hecho creer que es. Darle una serie de herramientas para empoderarlo.

Con esos cuatro pasos yo creo que hacemos algo importante con estos niños y niñas. La mascota nuestra es esta el erizo porque decimos que se puede ser valiente, se puede incluso buscar la justicia de las cosas sin ser agresivo. A veces, cuando hay que decir no es un no. Que un niño entienda que tiene derecho a defenderse y que el sacar su carácter, si es en forma asertiva, es algo necesario. No permitas que nadie te agreda.

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